En la densidad de los bosques se esconden algunos de los secretos más íntimos de la vida de los animales silvestres. Hasta hace un tiempo, estos comportamientos permanecían ocultos para el ojo humano y revelarlos, para la ciencia, significaba dedicar largas jornadas de trabajo para colectar rastros como huellas, pelos o heces. Hoy en día, eso ha cambiado, y el uso de las cámaras trampa en Bolivia ha revolucionado la manera de hacer ciencia y conservación.
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